jueves, 18 de agosto de 2016

De las altas montañas a los desfiladeros del Montsec

Escuela de Alta montaña de Benasque
Tras “pringar” un poco y rematar los detalles de última hora, me pongo en ruta con “el grupo domingi”; con rumbo Benasque. 
Un viaje caluroso y casi sin fin, bien amenizado con “rock radical vasco”, nos hace recorrer los bonitos valles Aragoneses dejando tras nosotros a los conocidos: Bisaurin, Collarada, Peña Oroel; y los que quedan por conocer, PEÑA MONTAÑESA. A media tarde “aterrizamos” en el pirenaico pueblo y lo primero de todo tramitar “el catre”.  Con algún malentendido, conseguimos la habitación y nos asentamos en ella; desapareciendo en un tris las camas de abajo. 

En pleno reconocimiento por Benasque, en busca de abastecimientos.
Para empezar con buen pie, decidimos hacer un poco de turismo por Benasque; pero de pronto se ilumina la bombilla y resulta que los almuerzos brillan por su ausencia, alguno no ha ultimado bien los detalles. 
Empieza así la odisea Benasquesa en busca de “un súper”, en el que casi en batalla campal conseguimos  chorizo, lomo y jamón para ambos días de “expedición”.

Rica cena Benasquesa.
La noche cernida sobre
Benasque.













Ahora si con los deberes hechos, un corto paseo por las calles de Benasque y sus tentativas tiendas; acabando en un coqueto bar, que ya conocí en mi última incursión, y nos damos una buena cena para lo que se nos venga el día de mañana.
Con la noche casi echada encima, subimos el cueston hacia la escuela; bajando un poco ya de la cena y rápidamente a la cama que los montañeros tienes que madrugar para aprovechar bien el día.



Desayuno riquísimo y de categoría en la escuela.
Con las sabanas casi pegadas, empezamos a darle movimiento al cuerpo y en el comedor de la escuela, nos tenían preparado un gran desayuno para que no nos falten fuerzas a lo largo de la montañera mañana que nos espera.
Tras recoger todo, de nuevo toca odisea para conseguir pan tierno esta vez; y con el tiempo pisándonos los talones, subimos motorizados hasta Hospital de Benasque. Al llegar, encontramos todo “petau” y toca recular para aparcar y poder empezar la incursión por estas tierras de alta montaña.


Nos echamos las mochilas y por un senderillo bajamos, para ir calentando el organismo hasta la parada del bus. Esperamos tranquilos al ansiado bus, mientras se va aglomerando más y más gente; y al llegar con menos orden que un rebaño entramos, para arribar hasta la Besurta donde de verdad arrancamos.
Compartiendo pasos con los intrépidos que se aventuran con el Aneto, empezamos a patear por el camino que se dirige a La Renclusa y a nuestro objetivo, Aigualluts. Al poco abandonamos el camino normal hacia “el rey”, y nos vemos inmersos en una indudable procesión; bajo las enormes moles rocosas que nos separan de Francia y la estribación de Los Portillones, que se extiende desde la Maladeta al Pico de la Renclusa.

Paseamos tranquilos por verdes prados, hasta que de repente un gran jaleo de reses se oye acercarse; y que al plantarse frente a nosotros parecía una peli del Oeste, con su polvillo desértico  aunque sin los cowboys.
Mientras tanto una pobre mujerica, un poco apurada intenta llamar a su familia pero no hay manera y quedamos con ella en avisar si nos cruzamos con ellos. Ella más tranquila sigue hacia abajo y nosotros a lo nuestro por los bonitos prados de altura, siguiendo el melódico ruido de las aguas de Aigualluts; encontrándonos enseguida con la familia de la encantadora mujer, que tras el aviso se quedan más tranquilos.
Tras la buena acción del día; empezamos a disfrutar de la inmensurable belleza de la zona de Aigualluts, vigilados por el Aneto y su Glaciar. Continuamos en paralelo a las aguas encontrándonos con la preciosa cascada, y seguido se abre ante nosotros la verde explanada de Plan de Aigualluts, con vistas a algunos tresmiles del macizo de la Maladeta.
Nos acercamos a la orilla de las cristalinas aguas y pillamos un privilegiado asiento, para desplegar el chiringuito, tomándonos un rato de paz y tranquilidad en este hermoso lugar.

Descansados, bien comidos y cargados de buenas energías, volvemos sobre nuestros pasos con toda la chicharrina y aunque bastante ligeros,  degustamos las vistas que antes traíamos a las espaldas hasta llegar de nuevo a la Besurta.
En el movido viajecito en bus, nos relajamos pero la fiesta aún no ha terminado y nos toca apretarnos los machos un poco para subir al coche y pillar el agradable frescor tras concluir con nuestra tarea.

Aigualluts desde La Besurta

La ruta en fotos


Con un día espectacular, nos enfundamos las mochilas en la cabezera del valle de Benasque...
... y alegremente bajamos hasta el bus de Hospital...
... para llegar a la abarrotada Besurta.
Emprendemos nuestro camino con buen ritmo y en compañía de intrépidos montañeros...
... bajo la mole de las Maladetas y su glaciar.
Dejando atrás a los rudos montañeros(que van por otro camino),nos encaramos hacia Aigualluts...
... donde las dueñas del lugar, nos dan la bienvenida entre cencerros y mugidos.
Tranquilamente paseamos por Aigualluts...
... hasta que comenzamos a escuchar el correr de sus aguas...
... sorprendiéndonos " el rey" de pirineos  con su presencia"...
.. y terminando de maravillarnos con la bonita cascada de Aigualluts.
Foto grupal en la Cascada de Aigualluts.
Aun pateamos un poquito, hasta una gran explanada...
... donde nos damos un merecido festín.

Bajo sol abrasador arrancamos la vuelta...
... sin prisas desandando sobre nuestros pasos, cruzándonos con "procesiones"...
... y disfrutando ahora de las vistas que teníamos en la retaguardia...
... terminando en la Besurta, pillando de nuevo el bus...
... pero tocándonos un poco mas de pateada cuesta p'arriba, para dar por finito el bonito "paseo Benasques."

Nos permitimos un más que merecido refrigerio en Benasque; y enseguida “carretera y manta”, esta vez con “guía profesional”. Sin hacer demasiado caso al cantarín del GPS, abandonamos el Valle de Benasque  para dirigirnos a la carretera del Túnel de Vielha. En un sinfín de atravesar ”fronteras” junto a la Noguera-Ribagorzana, acabamos por llegar al pueblecito de Viacamp y siguiendo las indicaciones del albergue, cogemos la pista por la que poliki-poliki vamos abandonando la civilización hasta plantarnos en el aislado albergue de Montfalco.

 
Cena de categoría en el Albergue de Montfalco
Otra vez toca hacer trámites y después de acomodarnos en los aposentos compartidos, le ponemos la guinda con una rica ducha.

Hasta la hora de cenar nos relajamos como es debido, reponiendo fuerzas, y a la hora dictada nos ponen en la terraza para cenar; con un tiempo muy agradable, pero inmersos en una batalla interminable contra los bichos, que por suerte resultan el menú del perro del refugio.

Con un rico festín, a la altura de los más grandes restaurantes, llenamos los depósitos para la etapa de mañana; todo ello amenizado con un espectáculo de luces que poco a poco se van apagando dando paso a la noche y siendo el momento de irse a planchar la oreja, para que mañana no nos pille el toro ni se nos peguen las sabanas.

Las luces se van apagando.
Con el refugio aun en “off”, arrancamos “el día duro” que se nos presenta; acicalándonos para la ocasión y recogiendo el txiringuito, unos con más ligereza que otros y aprovechando así para ultimar como es debido las mochilas, sin olvidarnos ni de una miga de pan. 
Llegamos los primeros a desayunar por lo que empezamos tranquilos, aunque poco a poco el refugio va cobrando vida, y con un agradable “desayuno montañero”, cogemos fuerzas para la tocata que nos espera por el Montsec.


Cargados de energías más que suficientes y con las primeras luces, arrancamos la pateada desde el mismo refugio; pillando el indicado sendero que desciende “sin compasión” entre la densa vegetación mediterránea, que vamos conociendo por los carteles que nos encontramos. En poco llegamos a la fuente de Montfalco; donde toca parada técnica de repostaje, que el día se vaticina caldeado.
Con todo ya en planta seguimos bajando y bajando, hasta hacer fondo en una seca barrancada; donde el terreno se vuelve poco accidentado. Por la sombra de la vegetación paseamos plácidamente, rumbo a las paredes aragonesas del congost, pasando junto a las viejas ruinas del corral de la viña; y aun desde ellas nos queda un poco de tirada a la base de la pared, tocándonos bajar un poco hacia las cristalinas aguas hasta que frente a nosotros se levanta el primer tramo de las pasarelas de Montfalco.

Los pulsos se aceleran y “el miedo se huele” en el ambiente mezclado con “un aroma de emoción”; pero con pocas dudas valientes todos nos lanzamos a subir uno a uno los estrechitos peldaños de madera. Sin prisa y con sumo cuidado, tomamos altura y degustamos las primeras vistas sobre las aguas de la Noguera-Ribagorzana; y en un periquete nos ventilamos el primer tramo, haciendo al final un pequeño stop para recuperarse de “las fuertes emociones”. 
El terreno ya menos vertical, se vuelve peleón y nos hace “tirar de caja” con rumbo ascendente por grandes escalones para llegar junto a la segunda pared vertical, que alberga las otras pasarelas; pero al llegar a ella, nos tira por los suelos toda la subida, tocándonos descender hasta el inicio de las segunda pasarelas, aún más impresionantes.  Con menos remoloneo afrontamos, en compañía de los amig@s de Jérica, las verticales pasarelas que se alzan bastante más sobre el suelo; pero al igual que las otras, cuando más las estas “saboreando” llegan a su fin.
Las “emociones fuertes” parecen haberse acabado y perdemos altura por un camino descompuesto, en el que nos jugamos algún culetazo; pero sin accidentes llegamos al puente colgante que da paso al Montsec d’Ares (Cataluña). Tras pasarlo alegremente los de Castellón, nos toca el turno, y tras ello ponemos punto y aparte a nuestra ruta.
Los amig@s van a continuar un poco más por el Congost, así que toca despedirse y aprovechamos para tomarnos un respiro junto al puente; con la agradable compañía de un sevillano, bien conocedor del lugar, y disfrutando también del paisaje.


Una vez repuestos, emprendemos el camino de vuelta sufriendo las inclemencias del sol; y con una primera sudada “nos comemos” la subidita hasta las pasarelas. Ya acostumbrados a la altura, bajamos por las pasarelas juntándonos con “trafico”, que hacen ponerse nerviosos a algunos; pero amigablemente pasamos todos. Continuamos con nuestro regreso poquito a poco, y sin grandes problemas; atravesando las ultimas pasarelas como si nada pero muertos de calor.
Dejando atrás las verticalidades, recobramos el aliento en la sombra y con decisión nos enfrentamos a “la subidita de marras”, por la que tan frescos comenzamos el paseo. Por suerte, enseguida la vegetación nos hace compañía y sobre todo nos da sombra; haciéndonos la subida más rápido de lo que pensábamos, parando de nuevo en la fuente de Montfalco. Nos aposentamos cómodamente en los merenderos de la fuente, para degustar el último y suculento almuerzo montañero.
Terminado el descanso y la comida, toca hacer el último esfuerzo para llegar al final de nuestro recorrido y de las rutas del pirenaico finde.

Pasarelas de Montfalco desde Casa Batlle


La ruta en fotos


El día, de nuevo, se presenta inmejorable en Montfalco...
...y empezamos la caminata cuesta abajo entre la vegetación mediterránea...
... hasta que en la fuente, toca hacer repostaje...
... y ya de paso, nos encandilamos con el precioso paraje del Montsec.
Seguimos con nuestro camino, únicamente con "visión verde"...
... hasta que aparecen roca, agua y las esperadas PASARELAS DE MONTFALCO.
"Cojiendo al toro por los cuernos", nos metemos en faena...
... y subimos peldaños y mas peldaños hasta "finiquitar" el primer tramo de pasarelas.
Continuamos por mas peldaños, aunque estos ya en el suelo...
...y nos metemos de lleno en el bonito congost...
... dandonos " de morros" con las siguientes pasarelas...
... estas aun mas impresionantes.
Como si nada cojemos las pasarelas y como locomotoras las atravesamos...
... hasta dominar sobre todo el Congost de Mont-rebei.
Enbalados descendemos por el incomodo y resbaladizo camino...
... pillando a los amig@s de Jérica en el puente colgante.
Despues va nuestro turno, para dar por concluido nuestro recorrido...
... y un ratico de calma nos cargamos de buenas energías, con estas impresionantes vistas.

Azotados por el insoportable calor, nos damos vida en nuestro retorno...
... pillando algo de "trafico" en la bajada de las primeras pasarelas..
... y bastante mas en las segundas, pero avanzamos ligeros ya acostumbrados todos a la altura.
Al cubierto de la densa vegetacion, avanzamos mas tranquilos para negociar el cueston que se nos viene...
... teniendo que parar a recargar energias, como dios manda...
... para en un ultimo esfuerzo...
... concluir nuestra bonita ruta en el albergue de Montfalco.

De vuelta ya una foto a los bonitos mallos

Con todo hecho y bien disfrutado, solo nos queda la parte más dura del vieja; la vuelta, a sabiendas que toca “vuelta la burra al trigo”.
Aun desde el coche, rápidamente pudimos deleitarnos con nuevos y bonitos paisajes de Guara (que tocara ir a conocerlos), con los ya conocidos mallos de Riglos y terminando con “emotiva despedida” de los grandes pirenaicos; antes de adentrarnos en “tierras del mal”, del mal tiempo que nos acogió cálidamente en nuestra bella Iruña.








##DeL RìO##


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